9 de febrero de 2010

Mriklo

La pregunta es si las partículas de café que Mriklo ve en un lejano lugar del mundo a través de su microscopio serán las mismas que las que veríamos nosotros si hiciéramos lo mismo que hace él.
La respuesta es que sí; probablemente veríamos las mismas partículas (o unas muy parecidas) comportándose de la misma manera (o de una muy parecida) al ver una pequeña muestra de café en un potente microscopio óptico con 200 aumentos. Quizás aun si Mriklo comunicara sus resultados de manera independiente a la nuestra (si también lo hiciéramos) encontraríamos el paralelismo. Pero no hay nada nuevo, todo es obvio, todo es evidente, todo es de sentido común.
La pregunta que se hace Mriklo, en algún lejano lugar del mundo, es si está viendo la realidad más de cerca (a partir de lo que sus ojos solos, de manera natural, no podrían alcanzar), si está viendo una nueva realidad (suponiendo que nadie jamás hubiera visto un poco de café a través de un microscopio con 200 aumentos) o si está inventando una realidad que antes no existía (suponiendo que lo que Mriklo observa a través del microscopio es completamente ajeno a la naturaleza real del café y de los cristales que conforman el mismo microscopio).
La razón por la que, hipotéticamente, hacemos el mismo ejercicio de observación que nuestro lejano amigo es para responder su pregunta. Si vemos y reportamos lo mismo que Mriklo de manera independiente, ¿estamos viendo, de cerca, la misma realidad; estamos compartiendo el descubrimiento una nueva realidad, o estamos ante una extraordinaria coincidencia, al inventar de manera conjunta una misma realidad que antes no existía?
La pregunta de Mriklo se reduce a si la realidad es eso que percibimos de manera natural a través de nuestros sentidos. La realidad podría ser muy vasta y tener una composición infinita e inmutable, de tal suerte que la constante interacción de agentes reales (cosas que pertenecen a esta realidad, independientemente de un sujeto que las conozca) produzca nuevos descubrimientos para los que se interesan en ella. La realidad podría, también, reinventarse sola todo el tiempo, gracias a gente como Mriklo (que forma parte de ella), en una armoniosa relación interdependiente con los sujetos que la conocen. Pero la realidad podría, por último, ser el producto de los agentes que la conocen, estar construida y formulada a partir de ellos y depender de lo que es capaz de inventar alguien cuando la razón lo orilla a poner una serie de cristales juntos y ver unas gotas de café.
La pregunta, realmente, es: si Mriklo no existe, ¿cómo podemos saber que lo que él reflexiona, a partir de la imaginación, es real?

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