4 de febrero de 2011

Conspiración

Al bajar las escaleras recordaste que vivías entre vecinos. Que la gente común, sin querer decirte que seas alguien, en absoluto, común, vive entre vecinos. Que las sociedades están estructuradas en comunidades y que éstas, a su vez, están hechas de personas. Y que cuando muchas personas comparten un espacio vital, es ineludible tener vecinos.
Se te quemaban los huevos. Literalmente se te quemaban. Que desayunar a la una de la tarde sólo es desayunar si te despiertas después de las doce. Y los pusiste a hervir en un pocillito azul de metal. Entonces subiste a pensar en cualquier cosa y, para cuando te diste cuenta, los huevos ya se te estaban quemando. Porque amaneciste con hambre.
Pero, al bajar, te diste cuenta de la mirada de una vecina. Y pensaste, sin pensar, en lo que podría haber pensado, pues nunca sales de tu casa. ¿Qué hará? Pudo haber pensado al verte. ¿Será que planea conquistar al mundo? Pudieron haber pensado, si alguien, además de ella, te miró sacando los huevos del fuego.
Qué poco sabían, si pensaron lo que pensaste que pensaron. Planeabas que el mundo te conquistara a ti.

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